Cuentan las leyendas antiguas que, en la oscuridad de una noche de luna nueva, en las vueltas del Time, una mujer buscaba desesperadamente ayuda para su hijo gravemente enfermo a quien cargaba en brazos. En mitad del sendero, para afrontar el camino, tomó una cruz ubicada en una de las vueltas e ideó convertir en antorcha uno de sus brazos, al tiempo que se hacía a sí misma una promesa, la de volver a aquel lugar si su hijo sanaba.
Tiempo después, con el joven recuperado, la cumplió, también de noche. Sustituyó la cruz con otra más grande y más robusta, y reparó el daño causado. Desde aquella noche, se cuenta que, de forma inesperada, es posible divisar a lo largo del camino una luz muy brillante que se mueve en la oscuridad. Una luz centelleante que recuerda el valor y el ingenio de una madre.
Usamos cookies. Si te parece bien, simplemente haz clic en «Aceptar todo». También puedes elegir qué tipo de cookies quieres haciendo clic en «Ajustes».
Lee nuestra política de cookies